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Hoy, Día de Todos los Santos alias Halloween, voy a contarles una curiosa coincidencia que no mucha gente conoce.
Algunos de ustedes seguro sabrán de la historia de Jack O'Lantern, el borrachín irlandés que engañó al demonio para que nunca se lo llevase consigo al infierno y que, una vez muerto, y al no ser admitido en el cielo, quedó condenado a vagar con un extraño candil entre dos mundos por toda la eternidad.
Quizás también algunos otros conozcan que antes de emigrar a América los irlandeses ahuecaban nabos y les introducían carbones candentes para ahuyentar a las ánimas que, al igual que Jack este día, pueden franquear la barrera que separa nuestro mundo del de los muertos. Y escribo nabos y no calabazas porque ocurre lo de las calabazas es ocurrencia reciente, ya que fue cuando los irlandeses emigraron a las Américas cuando las cambiaron por los nabos.
Tampoco está de más puntualizar que cuando digo nabos me refiero a las hortalizas. Y es que de logsianos graciosetes está el mundo lleno.
Algunos de ustedes conocerán estas historias, pero con certeza muy pocos habrán oído tales costumbres y leyendas no son ajenas a ciertos solares hispanos. En Asturias, tierra chica del escribano, hace algún tiempo se colocaba en este día a las puertas de las casas un nabo -hortaliza también- con una tea para asustar a los espíritus.
Pero no solo eso pues la figura de Jack, idéntica figura e idéntica leyenda, es el muy regional 'Xuan, el de la Llinterna'.
La explicación a tan extraña coincidencia es que el Día de Todos los Santos es una festividad de origen pagano, más concretamente de origen celta: el Samain o Samhain, que fue cristianizada. Tenemos una leyenda antiquísima que ha sido interpretada de una manera muy similar bajo la óptica de la cosmovisión cristiana; de ahí las coincidencias.
Así que ya saben: si quieren hacer patria reivindiquen a 'Xuan' y su 'llinterna'.
Queda paleto, sí, pero foráneo no es.