viernes, 16 de noviembre de 2007

The Cáceres connection

Ya tenemos un nuevo y delirante capítulo de ese culebrón venezolano que lleva por título '¿Por qué no te callas?'.

El Ministro de la Presidencia de Bolivia, Juan Ramón Quintana, acaba de denunciar la existencia de un siniestro contubernio judeomasónicopepero que tiene como aviesa intención la escisión de ciertas provincias bolivianas. Las pruebas, por ahora, se basan en unos muy sospechosos viajes a España de ciertos alcaldes. Y digo por ahora porque el hombre ha amenazado con mostrarlas más contundentes todavía.

Alguno menos humano que un tigre pensará que esto es ocurrencia del pequeño líder para quedar bien con el gran líder al no abrir la boca para defenderle cuando tocaba. Si alguno piensa tal cosa le recomiendo que haga examen de conciencia, pues es posible que sea uno, sin saberlo, un conspirador a sueldo de Mr. Danger.

Como por ejemplo nuestro embajador en Bolivia, que ha declarado, según El Mundo, lo siguiente...

"No sé a qué puede referirse el ministro con esas declaraciones, porque es habitual que alcaldes, prefectos, diputados, senadores y en general representantes de todos los signos políticos bolivianos, viajen con mucha frecuencia a España, para conocer e intercambiar experiencias a cualquier nivel de gobierno y participar en reuniones sectoriales, dentro de los amplios proyectos de cooperación".

Alcaldes invitados concretamente por la Diputación de Cáceres. Y no solo los opositores a Evo fueron invitados en el caso que nos concierne sino se invitó también a "un grupo de alcaldes de todos los signos políticos, incluidos los del gubernamental Movimiento al Socialismo de Morales, para conocer experiencias de las entidades autonómicas".



He aquí a los contactos peperos en aquella reunión.

¡Cómo miente el siervo del neoliberalismo! Seguro entre el buen jamón y unos vinos la oligarquía de un lado y otro de la Mar Océana conspiró contra Morales lo que quiso y más todavía.

No sé a ustedes, pero a mí el culebrón me ha enganchado. Además ya era hora de que esto de los contubernios pasase de Washington, Moscú y Munich a Cáceres o Lugo.

Será cosa, digo yo, de la globalización de marras.

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