Buscando información sobre El Manantial, me he encontrado el siguiente discurso de Ellsworth Toohey, antagonista de Howard Roark:
El problema básico del mundo moderno, es la falacia intelectual de considerar que la libertad y la coerción son opuestos. Para resolver los gigantescos problemas que agitan el mundo de hoy, debemos esclarecer nuestra confusión mental. Debemos adquirir una perspectiva filosófica. En esencia, libertad y coerción son la misma cosa. Les daré un ejemplo: los semáforos restringen su libertad de cruzar la calle cuando lo desean. Pero esa restricción les da la libertad de no ser atropellados por un camión. Si se les diera un trabajo y se les prohibiera abandonarlo, se restringiría la libertad de sus carreras, pero se les daría la libertad de no temer al desempleo. Siempre que se impone una nueva coerción sobre nosotros, automáticamente ganamos una nueva libertad. Las dos son inseparables. Sólo aceptando la coerción total podemos conseguir nuestra libertad total.
Este es el tipo de argumentación al que me tengo que enfrentar cuando discuto sobre inmigración con pseudoliberales. Que la restricción de la libertad por un lado es garantía de libertad por el otro. Un discurso esquizofrénico.
Lo del ministro venezolano no llega a esquizofrenia, es mera hipocresía. Está claro que ni él mismo se cree lo que dice.
Herodoto: eso que ha puesto Rand en boca de Toohey no es elucubración suya sino que es de Isaiah Berlin. Más concretamente es la distinción que hacía Berlin entre libertad positiva y negativa aplicada a los totalitarismos. Y es que él afirmaba que éstos, al garantizar la "libertad de", limitaban la "libertad para".
El Estado, al garantizar la "libertad de" en aquello que cree necesario, al eliminar las trabas para que podamos ejercer nuestra libertad en ese aspecto concreto, limita nuestra "libertad para", que es libertad para hacer lo que nos venga en gana. Nos garantiza la libertad en lo que a él le parece correcto siendo lo que le parece correcto todo aquello que va a favor del bien común bien sea de la clase, de la raza o de la humanidad toda.
A ver si así me explico: nos limpia unos caminos que de otro modo sería más difícil transitar pero nos cierra de forma completa otros.
Sobre la inmigración repetirte lo dicho: no existe una ciudadanía política universal y, como bien dijo Diego de Covarrubias allá por el año del cólera, en un trato justo no puede mediar extrema necesidad.
Y esto no es xenofobia ni pseudoliberalismo sino que es, lamentablemente, cierto.
Montag, si fuera una necesidad realmente extrema lo que impulsara la emigración, los tanques ya estarían en las calles. No me parece pues "lamentablemente cierto", sino una mala escusa.
Al menos eso de la extrema necesidad me ha recordado un hermoso párrafo de Dickens en "Historia de dos ciudades". Voy a buscarlo y lo cuelgo.
Pues a mí me parece que para jugarse el pellejo en el estrecho las necesidades han de ser muchas y bien grandes. O eso o en el África negra y en el Magreb atan a los perros con sabrosas longanizas y nos tienen a todos engañados.
Sin una unidad política planetaria, y con pobreza extrema, hay que controlar la inmigración Herodoto. Y digo controlarla y no esas cosas tan raras que se estilan ahora por las Europas berlusconianas. Esto que te digo no es pseudoliberalismo sino evidencia: si basta con poner un pie en España para obtener la ciudadanía ésta se convierte en universal.
Y por Dios no me pongas nada de Dickens que le aborrezco pero muchísimo. Más que el balompié incluso.
6 comentarios:
joer, a ver si a la tercera la vencida.
Buscando información sobre El Manantial, me he encontrado el siguiente discurso de Ellsworth Toohey, antagonista de Howard Roark:
El problema básico del mundo moderno, es la falacia intelectual de considerar que la libertad y la coerción son opuestos. Para resolver los gigantescos problemas que agitan el mundo de hoy, debemos esclarecer nuestra confusión mental. Debemos adquirir una perspectiva filosófica. En esencia, libertad y coerción son la misma cosa. Les daré un ejemplo: los semáforos restringen su libertad de cruzar la calle cuando lo desean. Pero esa restricción les da la libertad de no ser atropellados por un camión. Si se les diera un trabajo y se les prohibiera abandonarlo, se restringiría la libertad de sus carreras, pero se les daría la libertad de no temer al desempleo. Siempre que se impone una nueva coerción sobre nosotros, automáticamente ganamos una nueva libertad. Las dos son inseparables. Sólo aceptando la coerción total podemos conseguir nuestra libertad total.
Este es el tipo de argumentación al que me tengo que enfrentar cuando discuto sobre inmigración con pseudoliberales. Que la restricción de la libertad por un lado es garantía de libertad por el otro. Un discurso esquizofrénico.
Lo del ministro venezolano no llega a esquizofrenia, es mera hipocresía. Está claro que ni él mismo se cree lo que dice.
Herodoto: eso que ha puesto Rand en boca de Toohey no es elucubración suya sino que es de Isaiah Berlin. Más concretamente es la distinción que hacía Berlin entre libertad positiva y negativa aplicada a los totalitarismos. Y es que él afirmaba que éstos, al garantizar la "libertad de", limitaban la "libertad para".
El Estado, al garantizar la "libertad de" en aquello que cree necesario, al eliminar las trabas para que podamos ejercer nuestra libertad en ese aspecto concreto, limita nuestra "libertad para", que es libertad para hacer lo que nos venga en gana. Nos garantiza la libertad en lo que a él le parece correcto siendo lo que le parece correcto todo aquello que va a favor del bien común bien sea de la clase, de la raza o de la humanidad toda.
A ver si así me explico: nos limpia unos caminos que de otro modo sería más difícil transitar pero nos cierra de forma completa otros.
Sobre la inmigración repetirte lo dicho: no existe una ciudadanía política universal y, como bien dijo Diego de Covarrubias allá por el año del cólera, en un trato justo no puede mediar extrema necesidad.
Y esto no es xenofobia ni pseudoliberalismo sino que es, lamentablemente, cierto.
Saludos.
Montag, si fuera una necesidad realmente extrema lo que impulsara la emigración, los tanques ya estarían en las calles. No me parece pues "lamentablemente cierto", sino una mala escusa.
Al menos eso de la extrema necesidad me ha recordado un hermoso párrafo de Dickens en "Historia de dos ciudades". Voy a buscarlo y lo cuelgo.
Pues a mí me parece que para jugarse el pellejo en el estrecho las necesidades han de ser muchas y bien grandes. O eso o en el África negra y en el Magreb atan a los perros con sabrosas longanizas y nos tienen a todos engañados.
Sin una unidad política planetaria, y con pobreza extrema, hay que controlar la inmigración Herodoto. Y digo controlarla y no esas cosas tan raras que se estilan ahora por las Europas berlusconianas. Esto que te digo no es pseudoliberalismo sino evidencia: si basta con poner un pie en España para obtener la ciudadanía ésta se convierte en universal.
Y por Dios no me pongas nada de Dickens que le aborrezco pero muchísimo. Más que el balompié incluso.
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