El 31 de agosto de 1935, Alekséi Stajanov, un minero ruso, tuvo la gran suerte de encontrar una buena veta de carbón muy fácil de trabajar en la explotación minera de Donetsk. En seis horas fue capaz de extraer de ella nada menos que 102 toneladas de negra roca.
Su gesta fue tema de conversación ese día en la ciudad. En poco tiempo llegó a oídos de los gerifaltes locales del Partido Comunista, y de ahí a los pabellones auditivos de Stalin.
Una vez supo de su historia, el bigotudo dictador tuvo la brillante idea de utilizar a Alekséi para la propaganda. Se le presentó como "trabajador modelo socialista" y se elaboraron carteles y se dieron mítines exaltando su hazaña. Se conminó a todos los trabajadores a que siguiesen su ejemplo vivificador y trabajasen hasta la extenuación por el bien común. En esto consistió lo que se conoce como estajanovismo: propaganda que asocia el aumento de la productividad de los obreros a su felicidad. Según esa doctrina, uno solamente puede considerarse satisfecho si se sacrifica y entrega toda su fuerza de trabajo a la colectividad.
Ahora vean el siguiente video...
La chorrada que acaban de ver es la versión socioprogre, la versión tonta tontísima, del estajanovismo estalinista. De lo visto se deduce que si esto está estropeado, y lo podemos arreglar entre todos, es que entre todos lo jodimos. Luego la responsabilidad última de esta situación no es del gobierno: es nuestra. Así pues hay que ponerse manos a la obra y pensar positivamente para arreglarlo.
Una especulación fruto de la artificial bajada de tipos por parte de los bancos centrales; el déficit y el desaforado gasto público español; un mercado laboral en el que el empresario o se casa con el trabajador, o lo convierte en su esclavo, así como las subidas de impuestos que retraen el consumo y destrozan nuestra economía, no tienen nada que ver con la situación en la que nos encontramos. La estructura lógico-racional de la realidad, así como lo que se debe y lo que se gasta, no tienen relevancia. Lo importante es un voluntarismo optimista antropológico rayano con el solipsismo.
Luego si un parado abre su nevera y la encuentra vacía, no tiene más que escuchar a un señor que se dice El Follonero para abrirla de nuevo y comprobar cómo de la nada surge un ectoplasma que en unos segundos materializará un sabroso pollo.
De igual modo el empresario acuciado por las deudas, y quizás también porque la administración no le paga lo que le debe desde tiempo ha, sólo tiene que prestar atención a las palabras de un cocinero millonario para que los números rojos se vuelvan negros negrísimos ante sus ojos...
La chorrada supuestamente está pagada por las grandes empresas. Y estará pagada, no lo niego. Pero es que el tufo a chuminada zapateril, el hedor a la estúpida propaganda socialista, resulta insoportable.
sábado, 27 de febrero de 2010
Esto NO lo arreglamos entre todos
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